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Tras los pasos del Bien-amado

 

Episodio 27: Las batallas de Hunain y Tabûk

 

En El Nombre de Al·lâh[1], El Más compasivo, el Muy Misericordioso, Señor del Universo,

Y que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre Su mensajero Mohammad (SAAWS) [2]

Este episodio es el penúltimo. En verdad separarse de narrar la biografía del Profeta va a resultar muy difícil. Y lo he dicho muchas veces, imaginen cuánto es duro alejarse de la ciudad del Profeta (SAAWS), para los que vuelven a sus países. Pero lo podemos compensar únicamente siguiendo sus pasos y obrar como él hasta el día en que le encontraremos en el Paraíso, si Al·lâh (SWT)[3] Quiere.

Antes de comenzar el episodio de hoy, tengo dos observaciones. La primera: hay mucha gente que piensa que después de la noche del 27 de Ramadán, todo se acaba y agradecen a Al·lâh porque el mes ha terminado. Entonces empiezan a relajarse, y piensan que todo ha terminado como ha acabado la oración de Tarâwîh. Pero yo os digo que nadie sabe cuándo nuestro Señor nos Abre las puertas de Su misericordia, así que las últimas noches del Ramadán o sus últimos momentos podrían ser los momentos del perdón.

Es posibles que tú llevas todo el mes de Ramadán invocando a Al·lâh tocando las puertas de su Misericordia, pero puede que sólo se te abran el último día antes de la llamada de la oración de Al Maghreb (a la puesta del sol). Nadie sabe cuándo será. Entonces no paras de hacerlo, sigue invocando a Al·lâh. Preguntad a los dueños de empresas y a los empleados que trabajan el mes entero ¿Cuándo cobran su salario? Sólo lo reciben al final del mes. Así pasa con el empleado que trabaja muy bien durante todo el mes, pero si en los últimos dos días empieza a actuar con pereza, el resultado será descontarle del salario. Quien quiere alcanzar el perdón y la misericordia de Al·lâh tiene que trabajar hasta el último momento. ¿Quién sabe? Puede que uno o una de los que nos están escuchando ahora, deciden esforzarse hoy, mañana y pasado mañana, y así superarán a los que empezaron a esforzarse desde el comienzo del mes de Ramadán, pero que se han relajado al final del mes.

¡Oh hermanos! Tened que esforzaros sin perder ni un solo minuto porque los próximos minutos serán de misericordia. Aunque termine la noche del 27, nosotros trabajaremos y nos esforzaremos hasta el último día, con la esperanza de que Al·lâh, si Quiere, nos Proteja y Perdone en los próximos días.

La segunda observación: mucha gente dice que el programa es de 30 episodios que pasarán durante los 30 días del Ramadán. Casi la totalidad de esa gente ha seguido la mayoría de los episodios, cuyos significados eran muy profundos. Por eso temen haber perdido alguna que otra lección en estos episodios. De hecho, yo os aseguro que si Al·lâh Quiere, a partir del primer martes después de Ramadán volveremos a emitir todos los episodios por su gran importancia, y por ser un tesoro, no por la persona que los ha presentado sino porque es la biografía del Profeta –que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él- que merece ser repetida, repasada e inculcada en las mentes. Así que la vamos a transmitir cada semana más de una vez. Entonces cada episodio pasará durante una semana, no sólo un día. Con lo que puedes vivirlo, entenderlo y llevar a cabo las lecciones que sacas de cada uno cada semana. Serán emitidos en el canal vía satélite Iqra´ en los antiguos horarios, o sea, el martes a las 21h, y serán repetidos el miércoles y el viernes. Así podemos concentrarnos en sus significados; y también si Al·lâh Quiere, van a salir unos videos, cintas y libros, todos traducidos al inglés y francés.

 

El episodio está compuesto de tres partes:

1- El período posterior a la conquista de la Meca y lo que hizo el Profeta durante este período que sólo duró 19 días.

2- La batalla de Hunayn

3- La batalla de Tabûk

Existen varios sucesos, por eso acabaremos en la batalla de Tabûk y mañana hablaremos de la peregrinación de despedida y la muerte del Profeta -que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él.

En los anteriores episodios, siempre os decía al final que mañana habrá una sorpresa, como en los episodios de la caverna de Hirâ’ y de Zur. Otras veces os decía que el episodio de mañana será muy bonito, como la conquista de la Meca. Pero hoy os digo que el episodio de mañana será el más duro, que Al·lâh nos Ayude mañana, no obstante estará lleno de significados importantes, y por eso os digo: "¡Tenéis que verlo!, no por ser el episodio más duro, sino que va a tener significados importantes como de amor, confianza y la fuerte unión con el Profeta de Al·lâh (SAAWS)."

Nuestro objeto mañana no será de ponernos tristes, sino el de lograr una relación muy fuerte con nuestro Profeta incluso en los momentos de su muerte.

 

Empezaremos con lo que hizo el Profeta en la Meca tras su conquista.

El Mensajero de Al·lâh (SAAWS) entró en la Meca en el mes de Ramadán del año 8 de la hégira. No tenía una casa ahí, ya que su primo, ‘Uqayl Bnu Abî Lahab, se había apoderado de la suya en su ausencia y la vendió, por eso el Profeta se alojó en una tienda durante 19 días.

Quiero insistir en este significado: el Profeta no quiere tomar por la fuerza la casa de uno de sus enemigos derrotados. Esta biografía no está dirigida únicamente a los musulmanes, sino al mundo entero para que saque lecciones de ella.

 

El comportamiento del Profeta (que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él) con sus enemigos:

¿Cómo trató el Mensajero de Al·lâh -SAAWS- a sus enemigos de la Meca, los jefes que le habían combatido, que habían roto sus compromisos con él y que habían matado a sus mejores amigos y personas que más quería?

Empezaremos por ‘Ikrima Ibn Abî Ÿahl que estaba seguro de que el Profeta (SAAWS) le iba a matar en cuanto le detenga. Huyó a Ÿedda para embarcarse hacia cualquier lugar. Su mujer, que permaneció en la Meca, se acercó al Profeta (SAAWS) y le dijo: “Mensajero de Al·lâh (SAAWS), ‘Ikrima es uno de los nobles del país, ¿puede garantizarle su seguridad? El Profeta, misericordioso, le contestó: “Sí, se la garantizo”. La mujer se precipitó para alcanzar a su marido cuando estuvo a punto de embarcarse y le comunicó el perdón del Mensajero de Al·lâh (SAAWS), y regresó con ella a la Meca. Al verle, el Profeta dijo a sus compañeros: “‘Ikrima se convirtió al Islam y viene hacia vosotros, no insultéis a su padre. Los insultos no llegan a los muertos pero dañan a los vivos”.

‘Ikrima vertió sus lágrimas ante el Mensajero quien se quitó su capa y la puso sobre el suelo para invitarle a sentarse. ¡Qué bondad es ésta!, ¡veis cómo es la moral de quien busca la reforma, el amor y la paz! El hombre le preguntó al Mensajero: “¿a qué llamas Mohammad?, le pregunta esto después de combatirlo durante 20 años, el profeta le respondió: “llamo a reforzar los vínculos familiares y por eso te hemos aceptado, a las buenas virtudes morales, a rezar y al monoteísmo”. Entonces ‘Ikrima le dijo: “juro por Al·lâh que esto está bien” y se convirtió al Islam y prometió al profeta gastar más dinero y esfuerzo para el Islam de lo que gastaba antes en contra suya. Murió como mártir en la batalla de Al Yarmûk .

Otro ejemplo es el de Safwân Ibn Umayya, hijo de Umayya Ibnu Jalaf, quien torturaba a Bilâl y que se ausentó en el tratado de Al Hodaybiyya.Umair Ibn Wahb se acercó al Profeta (SAAWS) para pedirle que perdone a Umayya. El Profeta aceptó dándole su turbante como garantía para que nadie le dañe. Al volver a la Medina, Safwân se convirtió al Islam.

Hind Bintu ‘Otba, esposa de Abû Sufiyân, una de los peores enemigos del Profeta –que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él- quien planeó el asesinato de Hamza, tío del querido Profeta. Disfrazada con un velo que le cubría la cara para no ser descubierta, entró con las mujeres para prestar juramento de fidelidad al Mensajero de Al·lâh (SAAWS) que les estaba dictando las cláusulas de dicho juramento: “jurad no asociar a otro dios con Al·lâh, no robar, ni fornicar…”

Al oírle decir no asociar a nadie con Al·lâh dijo: “si los ídolos tenían algún poder, nos habrían defendido hoy”. Al segundo orden, dijo sin darse cuenta: “Abû Sufiyân es un hombre tacaño, ¿Puedo tomar algo de su dinero sin que lo note? El Mensajero de Al·lâh la reconoció y le preguntó: ¿Eres Hind Bintu ‘Otba? “Sí, ¿Me perdonas?”, contestó. El Mensajero de Al·lâh le concedió el perdón y prosiguió con las cláusulas del juramento. Cuando dijo: “No fornicar”, Hind replicó de nuevo: “¿Una mujer libre puede fornicar?”. Pues en la sociedad árabe, se sabe que sólo las esclavas y las mujeres de baja categoría social eran las que cometían este acto vil. El Profeta seguía: “ni matéis a vuestros hijos” a lo que dijo la mujer: “les hemos criado de pequeños y una vez mayores les mataste en la batalla de Badr”. El Profeta sonrió y nuestro señor ‘Omar empezó a reír muy fuerte hasta que todas las mujeres le oyeron. Así, Hind abrazó el Islam.

El Mensajero de Al·lâh preguntó por sus primos ‘Otba y ‘Otayba, hijos de Abû Ÿahl, quienes estaban casados con las hijas el Profeta, Roqayya y Umm Kulzûm, y les divorciaron para fastidiarle. Al ‘Abbâs les trajo temblantes de miedo. Al verlos, el Profeta les dijo: “Ruego a Al·lâh guiaros al Islam, ¿Queréis convertiros?”. Entonces, pronunciaron As·sahâda por temor. Tomándoles por la mano, el Profeta se dirigió con ellos a la Ka’aba y se pegó ante el muro de la casa sagrada llamado al moltazim, y empezó a rogar a Al·lâh guiarles hacia la verdad. ‘Omar que asistía a esta escena, dijo que había visto sus rostros reluciéndose a medida que el Mensajero de Al·lâh (SAAWS) invocaba a Al·lâh. El Profeta salió de al ka’aba sonriendo y diciendo “doy las gracias a Al·lâh por haberles Guiado al camino recto”.

El Mensajero de Al·lâh había dado sus órdenes para matar a diez personas autores de crímenes y traiciones. Dos de ellas se habían refugiado en la casa de Umm Hâni’, hermana de ‘Alî. Rechazando el derecho a la protección de una mujer, este último, que les había visto entrar a su casa, pidió a su hermana que se los entregue para matarles porque el profeta lo ordenó. Sin embargo, ella se negó a ello diciendo que están bajo su protección. A lo que respondió ‘Alî: “¿a caso las mujeres tienen derecho de protección?”. La mujer rechazó entregárselos hasta hablar con el Profeta (SAAWS) quien le dijo: “Protegemos a quien proteges Umm Hâni’”. Veis como el Profeta daba a la mujer todos sus derechos sociales catorce siglos antes de que los gobiernos se jactasen de conceder a la mujer el derecho a votar y a ser ministra. Conceder la protección es una postura política, por lo tanto la mujer tenía derechos políticos ante el Profeta (SAAWS). ¡Os dais cuenta!, en aquel tiempo la mujer participó en el juramento de fidelidad y esto es un trabajo político, participó en la guerra que es un trabajo militar y ahora está participando en otro trabajo político, el de la protección, y el profeta lo aceptó aunque era algo extraño para las mujeres.

Luego, El Mensajero de Al·lâh –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- mandó a ‘Ozmân Ibnu Talha para traerle las llaves de la Ka’aba que estaban bajo su guardia. Pues antes de inmigrar a la Medina, el Profeta (SAAWS) le había pedido entrar a la Ka’aba, para cumplir la oración con la gente, pero éste rechazó. Entonces, el Profeta le advirtió que llegará un día en que los tendrá él y no se las dará, entonces ‘Ozmân le respondió que prefiere la muerte antes de que llegue este día.

Al pedirle las llaves a ‘Ozmân, que ya se había convertido al Islam, contestó que los tiene su madre y fue a traerlos. Momentos después, el hombre regresó diciendo que su madre se negó a dárselas. Entonces, el Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- envió a ‘Omar a la madre de ‘Ozmân quien no tardó en entregarle las llaves que escondía entre su ropa. Una vez las llaves en sus manos, Al ‘Abbâs se acercó al Mensajero de Al·lâh (SAAWS) y le murmuró: “dame las llaves para guardarlos, Mensajero de Al·lâh, que será un gran honor para nosotros”. “No –respondió el Profeta-, hoy es un día de beneficencia y fidelidad”. ¿Fidelidad a qué? Pues, existía un pacto en la época preislámica conforme al cual se había concedido la guardia de las llaves de la Ka’aba a los Banî Shayba, familia de ‘Ozmân. Así, el Mensajero de Al·lâh –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- respetaba todos los juramentos y los pactos que tenían buenos objetivos incluso aquellos concluidos con los infieles. El Profeta entregó las llaves a ‘Ozmân diciéndole que nadie podrá quitárselas hasta el Día del Levantamiento, salvo un injusto. Hoy en día, todavía las tienen sus descendientes, incluso después de 1.400 años nadie quitó las llaves a los descendientes de Banû Shayba porque temen ser injustos como señaló el Profeta.

 

La batalla de Hunayn:

Todavía en la Meca, el Profeta se enteró de que las tribus de Hawâzin y Zaqîf se preparaban para combatirle, reuniendo veinte mil combatientes. Pensaban que si derrotaran a Mohammad y a Qoraysh -ya debilitada- podrían dominar la península árabe en su totalidad. Entonces, el Mensajero de Al·lâh decidió salir a su encuentro con doce mil combatientes (los diez mil con que vino desde La Medina y dos mil de los nuevos musulmanes). Emprendió esta guerra a los sesenta años de edad.

Nadie pueda pretender que el Profeta hizo una guerra por el solo placer de triunfar o de apoderarse de bienes ajenos. Nunca fue injusto, nunca traicionó, nunca mintió, nunca faltó a un juramento.

El Mensajero de Al·lâh pidió a Safwân Ibn Umayya, comerciante de armas, prestarle trescientos escudos. El hombre, recién convertido al Islam, le preguntó que si se trataba de una orden, porque estaba preocupado por su dinero. Pero el Profeta le aseguró que los iba a devolver. Sin embargo, al acabar la guerra, Safwân se negó a recuperarlos porque era más creyente y no le importaba mucho el dinero.

Hawâzin decidió enfrentarse a los musulmanes en un lugar llamado Hunayn, a tres días de marcha desde la Meca. Acamparon allí en un valle por el cual las fuerzas de la Meca estaban obligadas a pasar, y se escondieron detrás de los árboles y las rocas. Siendo un comandante militar de mérito, el Mensajero se dio cuenta de esta táctica y pidió a sus compañeros averiguar si había alguna emboscada en este valle. Pero parece que había cierta inclinación entre los musulmanes que estaban seguros de la victoria. El Corán describe su actitud en esta aleya -que puede ser traducida por-: “Y en el día de Hunayn, cuando os asombraba vuestro gran número y sin embargo no os sirvió de nada”. (sura de At·tawba (El Arrepentimiento), 25). Una lección para asimilar a lo largo de la historia, igual que la de Uhud: si faltéis al plan establecido, si paséis por alto las causas materiales de la victoria, no la obtendréis, aunque gocéis de la compañía del Mensajero de Al·lâh –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él-. No debe sorprendernos hoy la decadencia que conoce nuestra nación, las invocaciones a Al·lâh son insuficientes, necesitamos acción, paciencia, sacrificios, persistencia y fe en el Mensaje.

El ejército musulmán que se dirigía al encuentro de Hawâzin estaba encabezado por Jâled Ibn Al-Walîd acompañado por mil caballeros. El Profeta (SAAWS), atento, les había enseñado avanzar hacia el valle batallón por batallón y no todos al mismo tiempo. Pues adivinaba la conspiración aunque las noticias lo negaban.

Al llegar el tercer batallón al valle, los combatientes de Hawâzin salieron de sus escondites y atacaron a los musulmanes con tanta fuerza que Jâled cayó herido y se desmayó. Los Compañeros que antes de la batalla decían: “no perderemos la guerra hoy porque combatimos con un número enorme”, se encontraron atacados por todas partes. Algunos intentaban subir el valle, otros descendían y, en medio del desorden, marchaban unos sobre otros. El Profeta -que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- no acertaba en reunirlos. Estaba obligado a desvelar su lugar para que la gente acuda a su encuentro, entonces empezó a gritar alto: “soy el Profeta de veras, soy el hijo de ‘Abdulmuttalib.” Viendo el estado del ejército, el Mensajero (SAAWS) empezó a invocar a Al·lâh diciendo: “Al·lâh, Haz que se cumpla Tu promesa, le ruego que nos Concedas la victoria”. El primero en acudir a su encuentro fue Al-‘Abbâs que tenía una voz muy fuerte. Tomó las riendas de la camella del Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- y empezó a gritar: “venid al Mensajero de Al·lâh”. Pero nadie vino. El Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- le dijo: “no es así ‘Abbâs, haz que se acuerden de los días victoriosos. Diles: gente del juramento de al ‘aqaba, gente del juramento del Reduán, inmigrantes, medinenses, compañeros que han memorizado la sura de Al-Baqara (La Vaca).”

Me imagino que el Profeta (SAAWS) llama hoy a la gente diciéndoles: “vosotros que habéis asistido a mi biografía durante treinta días, que habéis prestado juramento a Al·lâh llorando para protagonizar un renacimiento en vuestro país, ¿qué habéis hecho después de Ramadán?” Es el mismo caso.

La gente convocada por Al-‘Abbâs acudieron sin sus caballos que estaban incapaces de guiar en medio de la muchedumbre. Eran cientos Compañeros que, detrás de Sa‘d Ibn ‘Ubâda, formaron un huracán alrededor del Profeta (SAAWS). Viendo el grupo que se formaba, los demás que habían huido empezaron a volver. El Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- combatía con valentía hasta el punto de que su espada se rompió en su mano. ‘Alî, que tenía 33 años, cuenta que él mismo y otros compañeros se ponían detrás de él para sentirse protegidos.

Se infiltró entre la gente que rodeaban al Profeta (SAAWS) un nuevo musulmán llamado Shayb, hijo de ‘Ozmân Ibn Talha, quien escondía entre sus prendas a un puñal con la intensión de matar al Profeta: “esta es la ocasión, hoy se acabó la magia”, pensando que todo lo anterior fue magia y hoy se acabó. Cuando estaba a punto de cometer su crimen, el Mensajero (SAAWS) dio una vuelta hacia él diciéndole: “Shayb, te deseo el bien y tú quieres el mal para ti mismo.” El hombre quedó sacudido. El Profeta le aconsejó pedir perdón a Al·lâh. Shayb cuenta: “en aquel momento miraba en su cara y mi corazón empezó a sentir amor por él hasta que le quise y dije “atestiguo que no hay más Dios que Al·lâh y que eres Su Mensajero”. Entonces el Profeta le preguntó: “¿Me defenderás?” “Sí”, contestó. Y en seguida, comenzó a combatir con gran valentía.

Los Ángeles descendieron para consolidar a los Compañeros y fueron reveladas estas aleyas -que pueden ser traducidas como sigue-: Al·lâh os Ha Ayudado en numerosas ocasiones.
Y en el día de Hunayn, cuando os asombraba vuestro gran número y sin embargo no os sirvió de nada. La tierra, a pesar de su amplitud, se os hizo estrecha y luego, dando la espalda, os volvisteis. Y Al·lâh
Hizo Bajar Su sosiego sobre Su mensajero y los creyentes e Hizo Bajar ejércitos que no veíais; y así Castigó a los que no creían. Esa es la recompensa de los incrédulos”.
TSQ
[4]: -(Sura At·tawba (El Arrepentimiento), Aleyas: 25 - 26).

Los musulmanes triunfaron y derrotaron a Hawâzin y tomaron grandes botines que nunca habían conseguido. El Profeta (SAAWS) empezó a distribuirlos muy generosamente a los recién convertidos y a Abû Sufyân que no pudo llevar solo su parte. Pidió que alguien lo ayudara en ello, pero el Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- se negó diciéndole que lo lleve por sí solo ya que fue él quien lo quiso. Una lección sobre el valor del dinero cuando es mucho, uno tiene que asumir su responsabilidad.

Los medinenses, que no recibieron nada, quedaron sorprendidos. Pensaban que el Mensajero de Al·lâh (SAAWS) se había olvidado de ellos al encontrar a su familia. Su jefe Sa’d Bnu ‘Ibâda se dirigió al Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- y le dijo: “los aliados dicen que el Profeta encontró a su familia y les había olvidado.” Le respondió: “¿Y tú qué dices?” “digo lo mismo que mi gente”, contestó Sa’d. ¡Veis la libertad de expresión y cómo pudo este último decir esas palabras al líder! El Profeta le dijo: “di a los medinenses que vengan a verme solos y con ellos Abû Bakr”. Luego el Mensajero (SAAWS) les dijo: “!A`nsâr (Aliados del profeta)!, me he enterado de que decís que el Mensajero de Al·lâh encontró a su familia y se olvidó de nosotros.” Contestaron: “Sí, Mensajero de Al·lâh, lo Habíamos dicho.” Entonces el Profeta dijo: “Medinenses, ¿No he llegado a vosotros cuando fuisteis desviados y Al·lâh os Ha Guiado? ¿No he llegado a vosotros cuando fuisteis enemigos y Al·lâh Unió vuestros corazones? ¿No he llegado a vuestra tierra cuando fuisteis pobres y Al·lâh os Ha Enriquecido?” Contestaron: “Toda la gracia proviene de Al·lâh y de su Mensajero”.

El Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- dijo: “Medinenses, podréis haberme respondido.” Dijeron: “¿Y que diríamos Mensajero de Al·lâh?” Entonces dijo: “podríais haberme dicho, nos has llegado pobre y Al·lâh te Enriqueció, expatriado y te habíamos alojado, desmentido y te habíamos creído, oprimido y te habíamos consolado.” Los A`nsâr (aliados) bajaron las cabezas y dijeron: “Toda la gracia proviene de Al·lâh y de Su Mensajero”. El Mensajero les dijo: “¿Tenéis resentimiento en vuestros corazones a causa de algunas vanidades de este mundo que con ellos he tratado de atraer unos corazones recién convertidos al Islam y os había dejado para vuestra fe? ¿No seréis satisfechos al ver a la gente entrar a sus casas con camellos y ovejas, y vosotros regresaréis con el Mensajero de Al·lâh (SAAWS)? Juro por Al·lâh, si toda la gente emprenda un camino y que los medinenses emprendan otro, yo seguiré el camino de los medinenses. Al·lâh, Sé Misericordioso con los medinenses, con sus hijos y con sus nietos”. Todos los presentes lloraban hasta mojarse las barbas y dijeron: “somos satisfechos e nuestro destino por tener al Mensajero de Al·lâh (SAAWS)”.

En efecto, el Mensajero volvió con ellos para la eternidad y para hacer de La Medina la más prestigiosa de las ciudades del mundo.

Preguntaré a los presentes, queréis poseer los bienes de este mundo o tener al Mensajero de Al·lâh –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él-. Estamos en la misma situación y la elección está siempre planteada.

Al final de la batalla de Hunayn, el Mensajero preguntó por Jâled y se enteró de que tiene fiebre a causa de sus heridas. Fue a su encuentro y empezó a soplar en sus propias manos y a pasarlos por encima de las heridas de Jâled y le sonríe diciéndole: “levántate, eres una de las espadas de Al·lâh.” Jâled cuenta que ha sido curado enseguida.

Veis cómo esta gente quiere al Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él-. ¿Lo queréis del mismo modo? La aleya –que puede ser traducida así- dice: Y sabed que entre vosotros está el Mensajero de Al·lâh” (sura Al-Hoÿorât (Los Aposentos Privados): 7) ¿Cómo está entre nosotros? Está con su amor, sus invocaciones para nosotros, sus grandes virtudes morales permanecidas como ejemplo, el precioso tesoro de su biografía, su misericordia, está con nosotros porque cada jueves nuestras obras se exponen ante él, da las gracias a Al·lâh por las buenas de entre ellas y suplica a Al·lâh perdonarnos por las malas. Está con nosotros porque ha dicho antes de que falleciera: “echo de menos a mis hermanos”, sus compañeros respondieron: “¿nosotros?”, el Profeta dijo: “vosotros sois mis compañeros, en cuanto a mis hermanos, son los que vendrán después de que falleciera y no me han visto”. La aleya –que puede ser traducida como sigue lo resume todo: “Es verdad que os ha llegado un Mensajero salido de vosotros mismos; es penoso para él que sufráis algún mal, está empeñado en vosotros y con los creyentes es benévolo y compasivo.(sura At·tawba (El Arrepentimiento): 128).

A finales del octavo año de la hégira, el Mensajero de Al·lâh volvió a la Medina y recibió a delegaciones procedentes de todas partes del mundo para declarar su conversión al Islam. El Mensajero era paciente y trató de comunicar su mensaje sin traición ni rodeos. Así, la aleya vino a decirle: Cuando llegue la victoria de Al·lâh y la conquista, y veas a la gente entrar por grupos en la adoración de Al·lâh. Glorifica a tu Señor con Su alabanza y pídele perdón. Él siempre Acepta a quien a Él se vuelve.” (sura An·nasr (La Victoria), 1,2,3). Al revelarse estas aleyas lloró Abû Bakr A·ssiddîq, ya que estas aleyas significan que el mensaje está listo para las demás generaciones –para que nos encarguemos nosotros de él-. El Profeta ya cumplió con su deber.

 

La batalla de Tabûk:

Hacia el año 9 de la hégira, un año antes e la muerte del Mensajero –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él. La última batalla que llevó a cabo fue la de Tabûk, una región situada a unos mil kilómetros de La Medina, en las fronteras con Siria. Sus servicios de inteligencia le informaron que los bizantinos y los ghasaníes se preparaban para combatirle. Teniendo siempre el espíritu de la iniciativa, dio sus órdenes para que todas las tribus recién convertidas al Islam salieran con él a Mu’ta. No hubo combate en esta batalla. Pero ¿Por qué se produjo? Para ser una línea decisiva en la vida de cada compañero y hacerle saber si estaba dispuesto a hacer sacrificios para el Mensaje del Islam. Esta batalla fue una de las más duras pruebas, fue una lección para ellos y para nosotros también. Al·lâh Descendió toda una sura llamada At·tawba (El Arrepentimiento) para distinguir las personas que viven para Su Mensaje de los demás. La batalla de Tabûk planteaba esta pregunta: “¿Viviréis para el Mensaje después del Profeta (SAAWS)?” Y el episodio de hoy plantea esta pregunta: “¿Viviréis para el Mensaje después de Ramadán?”

Tabûk no era una batalla militar sino una batalla en el interior de cada uno con sí mismo. Era una dura prueba. En el mes de agosto, en pleno desierto, transcurrían mil kilómetros dejando atrás, en La Medina, los frutos que todavía no se han recolectado, es decir, que debían partir sin provisiones. Cada tres personas montaban en alternancia sobre una bestia. El Mensajero (SAAWS) les instó a cada uno llevar dos pares de calzados porque la marcha fue larga. Por ello, esta batalla recibió también el nombre de Al-‘Usra (el apuro), Al·lâh Dijo: Al·lâh Ha Vuelto al Profeta, a los inmigrantes y auxiliares (medinenses) que siguieron en una hora de apuro” (sura de At·tawba (El Arrepentimiento), 117).

Os planteo la siguiente pregunta: ¿Qué vamos a hacer después del Ramadán, reanudaríamos nuestras buenas costumbres y viviríamos para nosotros mismos? La batalla testificará para nosotros el Día del Levantamiento igual como lo hizo para los compañeros del Profeta.

Eran treinta mil personas los que acompañaron al Mensajero de Al·lâh –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- en esta batalla. ¿Cuántos de entre vosotros se dedicarán al renacimiento de la Umma (nación) después de Ramadán?

La batalla tenía también otra ventaja, la de permitir a los compañeros del Profeta vivir cerca del Mensajero de Al·lâh (SAAWS) durante cincuenta días de hambre y sed para poder transmitirnos su tradición.

El profeta se dirigió a la gente diciéndoles: “desembolsad dinero para equipar al ejército”. La mayoría eran pobres, entonces ‘Ozmân Ibnu ‘Affân dijo: “ofrezco mil camellos con su comida y armas”, el profeta descendió de su almimbar sonriendo a ‘Ozmân y dijo otra vez: “¿Quién quiere desembolsar por Al·lâh?” ‘Ozmân se levantó de nuevo: “ofrezco otros mil camellos con su comida y armas”. El profeta dijo por tercera vez: “¿Quién puede equipar el ejército de al ‘Usra?”, ‘Ozmân dijo: “ofrezco 300 camellos con su comida y armas”. ‘Abdur·rhmân Ibnu ‘Awf ofreció 200 onzas de plata, ‘Omar ofreció 3000 dirhams y el profeta le preguntó: “¿qué has dejado para tu familia?”, “les dejé la mitad y te ofrecí la mitad”, respondió. Abû Bakr ofreció todas sus reservas que eran 4000 dirhams y cuando el profeta le preguntó qué había dejado a su familia, le respondió: “les dejé Al·lâh y Su Mensajero”.

Los pobres también participaron con cebada, dátiles, etc. Los hipócritas empezaron a decir que los ricos hacen ostentación de su dinero y se burlaron de las donaciones de los pobres que fueron pocas. Al·lâh los menciona en esta aleya –que puede ser traducida como sigue-: “Quienes hablan mal de los creyentes que dan espontáneamente y de los que no cuentan sino con el límite de su capacidad y se burlan de ellos, Al·lâh Se Burlará a su vez de ellos y tendrán un castigo doloroso.” (sura de At·tawba, (la Retractación), 79).

Una vez listo el ejército, el Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- dio sus órdenes para empezar la marcha y pidió a ‘Alî que permanezca en La Medina. Los hipócritas no dejaron pasar esta ocasión para decir que el Profeta (SAAWS) descartó a ‘Alî porque le encuentra pesado; entonces este último cogió su espada y siguió al Profeta pidiéndole que vaya con él y le contó lo que dicen en la Medina. Entonces el Mensajero de Al·lâh le dijo: “te han mentido ‘Alî, juro por Al·lâh que te dejé para cuidar de mi familia, de la tuya y de la Medina. ¿No quieres ser para mí como Hârûn (Aarón) para Mûsâ (Moisés)? Sin embargo no habrá otro profeta después de mí”; con ello, ‘Alî volvió a La Medina. Al enterarse de la salida del ejército musulmán, las tropas romanas retrocedieron por miedo a enfrentarles. ¿Entonces, para qué sirve continuar el avance? Pues el arcángel Ÿibrîl (Gabriel) lo recomendó para distinguir a los hipócritas de los verídicos. Al·lâh, Enaltecido sea, Dijo: Los que se quedaron atrás (sin participar en la batalla de Tabûk) se alegraron de haberse quedado en casa en contra del Mensajero de Al·lâh. Les repugnaba luchar por Al·lâh con sus personas, riquezas y dijeron: No salgáis a la guerra con el calor.
Diles: El fuego del infierno es aún más caliente, si entendieran. Así, que rían, pues, un poco. Ya llorarán y mucho como retribución de lo que han cometido.”
(sura de At·tawba (El Arrepentimiento), 81-82)

¡Por Dios que las aleyas de la sura del Arrepentimiento duelen! Un hipócrita llamado Alÿidd Ibnu Qays vino para pedir permiso del Profeta (SAAWS) para quedarse en La Medina por temor a ser seducido por las mujeres romanas. La siguiente aleya revela que esta persona fue seducida antes de tomar las sendas del Ÿihâd. Al·lâh, Enaltecido sea, Dice: Hay algunos de ellos que dicen: exímenos de la guerra, no nos expongas a la tentación, ¿no han caído ellos ya?, pero el infierno rodeará a los incrédulos”. Luego viene en otros versículos dirigidos a los creyentes: Di: Si preferís vuestros padres, vuestros hijos varones, hermanos, esposas, vuestra tribu, los bienes que habéis adquirido, el negocio por cuya falta de beneficio teméis, las casas que os satisfacen, a Al·lâh, a Su mensajero y a la lucha en Su causa, esperad a que venga Al·lâh con Su orden. Al·lâh no Guía al pueblo perverso” (sura de At·tawba (El Arrepentimiento), 24).

¿No estamos asistiendo a la misma situación en el último siglo? Qué es lo que nos va a pasar si optamos por los primeros: debilidad, deterioración, problemas sociales y la lista sigue larga. Al·lâh , Enaltecido sea, Dice en el noble Corán –lo que puede ser traducido como sigue-: “¡Creyentes! ¿Qué os pasa? ¿Por qué cuando se os dice: Salid a luchar por la causa de Al·lâh, permanecéis aferrados a la tierra? ¿Acaso os complace más la vida de este mundo que la Última? ¿Qué es el breve disfrute de esta vida comparado con la Última, sino bien poco? 39- Si no salís a luchar, Él os Infligirá un doloroso castigo. Hará que otro pueblo os sustituya, sin que podéis causarle ningún daño. Al·lâh Es Omnipotente.» (TSC, At-Tawba, (La Retractación), 38-39).

Salid a luchar por la causa de Al·lâh no significa sólo hacer la guerra sino también reformar y llevar la antorcha del mensaje en cualquier circunstancia. Estas palabras fueron reveladas un año antes de la muerte del Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él-.

El ejército llegó a Tabûk pero no hubo ninguna guerra. El Profeta (SAAWS) ordenó a Jâled Ibn Al-Walîd traer a Okaydar, rey de una tribu vecina a los romanos y le dijo que le encontrarás cazando vacas. En efecto, Jâled salió para esta misión encabezando a 400 caballeros. Permanecieron cerca de su fortaleza tres días esperando su salida, y sucedió que unas vacas salvajes vinieron para rozar su piel con las murallas de la fortaleza. Okaydar que era un fanático de la caza salió para cazarlos pese al campamento de los musulmanes delante de la ciudad. Al abrir la puerta de la fortaleza, las vacas huyeron en dirección de Jâled y así pudo detener a Okaydar cuyo amor por la caza le condujo a las manos de los musulmanes. Este último firmó un pacto de paz con el Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- en virtud del cual se comprometió a no entrar en guerra con el Mensajero de Al·lâh. Además, regaló al Profeta (SAAWS) una magnífica capa hecha de seda y oro. Los compañeros pobres empezaron a contemplarla con admiración. El Profeta les preguntó: “os gusta”. “Nunca hemos visto algo semejante” le contestaron. Entonces el Profeta les contestó: “Juro por Al·lâh que las servilletas de Sa’d Bnu Mo’âdh en el Paraíso son mejores que ésta”. Para el Mensajero de Al·lâh, el paraíso es mil veces mejor.

En el camino de vuelta, ‘Abdul·lâh Dhi-l Biÿâdayn que volvía con ellos era un joven de 23 años. Es de origen de una ciudad llamada Mudhayna y fue el primero en abrazar el Islam en ella a los 16 años. Su nombre, antes de convertirse al Islam, fue ‘Abdu-l-‘uzzâ, fue uno de los ricos de la ciudad y su tío le sustentaba porque sus padres habían muerto. Durante la emigración de los musulmanes a la Medina este último abrazó el Islam y lo ocultó durante 3 años hasta que su tío lo abrace, pero cuando tardó en ello se fue a su tío y le dijo: “has tardado mucho tío, y ya no puedo seguir lejos el profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él. Te hago saber que testimonio que no hay más dios que Al·lâh y que Mohammad es Su Mensajero”. Al oírle decir esto, su tío se enfureció y le amenazó con prohibirle su dinero. su sobrino le contestó “lleva lo que quieras, juro por Al·lâh que no cambiaré al profeta con nada en este mundo”, su tío le quitó también su ropa y quedó sin nada. Encontró un saco tirado en el suelo, lo cortó en dos y cubrió su cuerpo y llegó al profeta en este estado. Al verle, el profeta le preguntó la razón por la que estaba vestido de esta forma y le contó su historia. El profeta se alegró mucho y le dijo: “tú no eres ‘abdu-l-‘uzzâ, sino ‘Abdul·lâh Dhi-l Biyâdayn (de dos sacos).

En el camino de vuelta de la batalla de Tabûk pidió al Profeta que rogara a Al·lâh para morir como mártir. El Profeta (SAAWS) le explicó que el martirio no está vinculado tan sólo con el combate, porque una persona que sale por la causa de Al·lâh y muere en el camino de fiebre es un mártir. ¿Sabéis que un estudiante que se dirige a su universidad en busca de la satisfacción de Al·lâh, y que muere en camino, tiene el mismo mérito que un mártir?

‘Abdul·lâh Ibnu S·sarh cuenta que en una noche fría en el camino de vuelta y mientras todo el mundi dormía, vio a Abû Bakr y ‘Omar cogiendo una lámpara para el Profeta (SAAWS) que cavaba con sus propias manos la tierra. Al verle se indignó por la actitud de Abû Bakr y ‘Omar, y les dijo: “¿Cómo podéis dejar al Profeta cavar con sus propias manos y vosotros de pie mirándole”. El Profeta (SAAWS) levantó su cara con sus ojos llenos de lágrimas y le explicó que quería cavar con sus propias manos la tumba de ‘Abdul·lâh Dhi-l Biÿâdayn quien falleció por la fiebre. Luego, el Profeta se acostó unos ratos en la tumba para que sea un lugar de descanso y misericordia para él hasta el Día del Levantamiento. Antes de inhumar el cadáver, el Profeta (SAAWS) abrazó muy fuerte el cuerpo de ‘Abdul·lâh y lloró con amargura, luego le enterró rogando a Al·lâh que Esté Satisfecho de él y repitiendo que él está satisfecho de él. Era muy cariñoso.

Al llegar el ejército a la Medina, los hipócritas se precipitaron para presentar sus sutiles pretextos al Profeta –que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él- en la mezquita. Entre las personas que permanecieron en La Medina, había Ka’b Ibn Mâlek, un compañero que no salió con el Profeta pero tampoco es un hipócrita porque había participado en batallas anteriores. La razón por la que Ka’b no salió con el ejército era que aplazaba cada día los preparativos para el día siguiente y cuando el ejército empezó su marcha, se vio incapaz de seguirle. Al pasear por las calles de La Medina, sólo encontraba a los incapaces de combatir (por razones físicas), a los hipócritas, a los niños o a hombres que estaban encargados de algo, como era el caso de ‘Alî. Entonces, empezó a pensar en alguna mentira, como hicieron los hipócritas que pidieron el perdón del profeta, para no suscitar su furia (SAAWS). Cuando llegó su turno para presentarle sus excusas, decidió no decir más que la verdad, igual que dos hombres que habían asistido a la batalla de Badr: Hilâl Ibnu Umayya y Bnu Abî R-rabî’. Al escucharles, el Profeta dio sus órdenes para que nadie les hablara durante cincuenta días, un período igual que el de la marcha del ejército. Eran los días más largos de la vida de los tres hombres. Al·lâh, Enaltecido sea, Dice –lo que puede ser traducido como sigue-: “Y también lo hizo con los tres que se habían quedado atrás y llegó un momento en que la tierra, a pesar de su vastedad, se les resultó estrecha y sus propios espíritus se angustiaron también, y creyeron que no había más refugio contra Al·lâh que Él mismo. Luego se volvió a ellos para que se arrepintieran. Es cierto que Al·lâh es El muy Misericordioso, el más Compasivo.” (sura At·tawba (El Arrepentimiento), 118).

Imaginad que el Profeta esté enojado con alguien por haberse negado a seguir su camino. Su enfado pesaría y dolaría al alma de un creyente. Ka’b sufría tanto porque nadie le hablaba en la ciudad hasta el punto de subir el muro de su primo, que era su vecino y sólo les separaba ese muro, y le dijo: “Abû Qatâda, ¿sabes que quiero a Al·lâh y a su Mensajero? pero en vano ya que no le contestó. En este momento, Ka’b empezó a llorar y llorar y mientras pasaba por el zoco, un mensajero de los Gasaníes le transmitió una invitación de su rey para incorporarse a él, puesto que el Mensajero (SAAWS) le había marginado. Esta invitación ofendió mucho a Ka’b, ya que sabía que la marginación de los musulmanes suscitó las codicias de los enemigos del Islam. Entonces quemó el mensaje. En el cuarenta día, el Profeta (SAAWS) envió a un mensajero a Ka’b para ordenarle que no se acerque a su mujer. Entonces decidió enviarla a la casa de sus padres hasta que se solucione el problema. La mujer de Hilâl Ibnu Umayya se fue al Profeta y le pidió que le dejara responder a las necesidades de su marido porque era un anciano. El Profeta aceptó con la condición de que no se acercara a ella. Ella respondió: “juro por Al·lâh que no hace otra cosa más que llorar, hasta tal punto que temo que pierde la vista”.

¿Sabréis manteneros en el buen camino después de Ramadán? ¿Qué habéis hecho para el Islam? ¿Cuántos años no habéis seguido el camino del Profeta –que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él- para calcular cuantos años no se fijaría en vosotros?

Pasados cincuenta días, fueron reveladas las últimas aleyas de la sura del Arrepentimiento –que puede ser traducida como sigue: “(117) Al·lâh se Ha Vuelto en favor del Profeta, de los que emigraron y de quienes les auxiliaron (los medinenses), aquéllos que le siguieron en las horas difíciles después de que los corazones de una parte de ellos habían estado a punto de desviarse y Al·lâh se Volvió a ellos... Es cierto que fue Clemente y Compasivo. (118) Y también lo hizo con los tres que se habían quedado atrás y llegó un momento en que la tierra, a pesar de su vastedad, se les resultó estrecha y sus propios espíritus se angustiaron también, y creyeron que no había más refugio contra Al·lâh que Él mismo. Luego se Volvió a ellos para que se arrepintieran. Es cierto que Al·lâh Es El muy Misericordioso, el Más Compasivo. ¡Vosotros que creéis! Temed a Al·lâh y permaneced con los sinceros.” (sura At·tawba (El Arrepentimiento), 117-118-119).

El versículo llegó al Profeta en el último tercio de la noche, así que él lo leyó en la oración del alba, sus compañeros estaban rezando, y cuando lo escucharon se pusieron contentos. ¡Mirad a la gente que escucha lo que dice el Profeta! Se alejó de ellos por 50 días pero todavía le querían.

Cualquier sociedad con estas virtudes morales tiene que triunfar. Después de que el Profeta terminó su oración, informó a los compañeros que Al·lâh había perdonado a Ka’b Ibnu Mâlek, la gente salió de la mezquita corriendo a las casas de los tres, Ka’b dice: “Un hombre que había rezado el alba en el techo de su casa, subió hasta la montaña, y llamó: ¡Oh Sa’d Ibnu Mâlek, alégrate!”. Entonces Sa’d dijo: “un hombre me está llamando por mi nombre, y me prosterné agradeciendo a Al·lâh (o sea que el profeta levantó el castigo). Otro hombre fue a ver a Ka’b con su caballo, pero la voz del hombre era más veloz que el caballo. Cuando llegó el hombre que me llamó desde la montaña le dije: “Te juro que voy a premiarte”. Y me quité mi vestido, el único que tenía, y se lo di. Salí de prisa hacia la mezquita, la gente que me encontraba en el camino, me saludaba y se felicitaba, porque Al·lâh Aceptó mi arrepentimiento”.

Ka’b fue a encontrar al Profeta quien, contento por su visita, le invitó a sentarse cerca de él para informarle que Al·lâh Está Satisfecho de él. Acordaos que es el día más feliz de la vida de un ser humano, ¿y tú? ¿Cuál fue el día más feliz de tu vida? ¿Al ser padre, o al recibir un incentivo en el trabajo o cuando te has casado? El día más feliz de tu vida es el día en que Al·lâh Acepte tu arrepentimiento y Haga que sigas los pasos del bien amado para servir al mensaje.

Ka’b reconoció que la verdad es la que le salvó y prestó juramento para no mentir más en su vida. Al·lâh, Enaltecido Sea, Dijo respecto a los hipócritas -lo que puede ser traducido como sigue-: “Si hubieran querido ir a la guerra, se habrían preparado para ello. Pero a Al·lâh no Ha Aprobado su marcha. Les Ha Infundido pereza y se les Ha Dicho: ¡Quedaos con los que se quedan!” (sura At·tawba (El Arrepentimiento), 46).

 

Conclusión:

¿A qué tipo de gente perteneces? ¿Eres una persona que lleva el Mensaje del Islam y lo transmite? ¿De los que se arrepientan y buscan el modo idóneo para servir el Islam? ¿O de aquellos que Al·lâh Hizo perezosos para permanecer con los demás? Siempre habrá tres categorías. Vivid para el mensaje tras el mes de Ramadán: buscad la reforma de la tierra y haced algo para el Islam.

  • Leed la sura del Arrepentimiento, que te preguntará: ¿A qué grupo perteneces? A los que protegen al Profeta, se arrepientan y dicen: ¡Oh Señor! Trabajaré por Ti, buscaré algo para servir al Islam, y reformaré la tierra. O ¿eres de los que se quedaron con los demás?

 

¡Oh hermanos!, hay gente que sigue diciendo: “yo no voy a hacer nada” hasta que Al·lâh les Dice: “No quiero nada de vosotros”. Y hay gente que sigue llorando diciendo: ¡Oh Señor!, Haz que haga algo, hasta que Al·lâh les Ayuda y Haga que trabajen para Él. Hay gente creyente que sigue trabajando en la reforma de esta tierra, y llevan el mensaje del profeta hasta que lleguen a ser sus compañeros en el Paraíso.

El episodio de hoy se acabó. La lección es muy clara. Tienes que vivir por el mensaje de Al·lâh después del Ramadán, y debes ser portador del mensaje divino en esta vida.

Espero que este episodio -aunque es muy difícil, lleno de detalles- os ha transmitido la historia de Sa’d Ibnu Mâlek. Intenta ponerte en su lugar.

Mañana tendrá lugar el último episodio, el más delicado y el más difícil. Es muy duro hablar de los últimos momentos después 30 días de amor, ternura y delicadeza con el profeta -que los rezos y la paz de Al·lâh sean sobre él-, suplico Al·lâh, Bendito y Enaltecido sea, que Acepte nuestras acciones y que Esté Satisfecho de nosotros.

 

[1] Al∙lâh= significa Dios. Es el Nombre Más Grande que ostenta el Único Creador que posee todos los atributos propios de la divinidad, tal como fue revelado en el Qor´ân.

[2] (SAAWS): Sal·la Al·lâhu Alayhi Wa Sal·lam: Los Rezos y la Paz de Al∙lâh sean sobre él, que es explicada por los ulemas como sigue:

Sal·la Al·lâhu Alayhi: significa que le cubra con su misericordiaEl motivo de traducirlo literalmente es porque estas palabras son repetidas por los musulmanes de todo el mundo, siguiendo el precepto divino de decir esta expresión siempre que se mencione al Profeta, en la llamada a la oración (Al Âdhân) o en cualquier circunstancia, como veneración concedida por Al·lâh a Su último Mensajero, que ha sido enviado a toda la humanidad. Wa sal·lam: significa: y derrame Su Paz sobre él.

[3] SWT= Subhânahu Wa Ta’âlâ = Glorificado y Enaltecido sea

[4] TSQ = Traducción de los Significados de Al Qor'ân. Es imposible transmitir exactamente los verdaderos significados que contienen las palabras de Al Qor'ân o imitar su elocuente retórica. Se han traducido los significados de Al Qor'ân y no se puede decir que sea una traducción de Al Qor'ân. Esta traducción nunca podrá reemplazar la lectura de Al Qor'ân en lengua árabe -la lengua en que fue revelado-.

 Fuente: www.amrkhaled.net

 

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