Tras los pasos del Bien-amado
Episodio 20: Dificultades y elecciones
En el nombre de Al·lâh, el Más
Compasivo, el Muy Misericordioso. Los Rezos y la Paz de
Al·lâh sean dirigidos a su mensajero (SAAWS)
[1].
El episodio de hoy
se divide en dos partes cuyos temas son muy diferentes:
La primera trata sobre los diez últimos días de
Ramadán; y la segunda trata sobre los
acontecimientos del cuarto año después de la emigración
a Madina (Hégira). [2]
-
Los diez últimos días de
Ramadán:
Los días pasan de prisa y ya nos
encontramos en los últimos días de Ramadán. Al∙lâh (SWT)[3],
Glorificado y Enaltecido sea, elige constantemente a
personas entre sus siervos y fieles. Elige a las
personas de buen corazón y buen comportamiento, ya que
Él es Omnisciente. Al∙lâh le dice a Mûsâ
“Moisés” lo que se puede traducir como [(Al∙lâh)
dijo: ¡Oh! Mûsa “Moisés”, te he preferido a todos los
hombres con mis mensajes y mi palabra. Coge pues lo que
te doy y sé de los agradecidos] (TSC [4],
Al-A’râf: 144).
Y dice también lo que se puede traducir
como: [Y cuando dijeron los ángeles: ¡Oh! Maria,
Al∙lâh te ha elegido y te ha purificado y te ha escogido
entre todas las mujeres de los mundos.](
'Âle-‘Imrân “La familia de ‘Imrân”: 42).
Y le dice en otra ocasión a Mûsâ
“Moisés” lo que se traduciría como: [te he
asignado a mí mismo] (TSC, Ta-ha: 41)
Al∙lâh eligió a los Profetas entre todos
los humanos y de ellos eligió a los más importantes
(aquellos que difundirían su mensaje). Eligió a Mohammad
(SAAWS) de estos últimos y lo hizo el último de sus
profetas. Le eligió a sus compañeros y a su Umma
(comunidad musulmana) de los que dijo lo que se puede
traducir como: [sois la mejor Umma
(comunidad musulmana) que hicimos surgir para los
hombres] (TSC, 'Âle-‘Imrân “La familia de
‘Imrân”: 110) De esta Umma eligió a los mártires y dijo
lo que se podría traducir como: “y que elija entre
vosotros a mártires” (TSC, 'Âle-I’mrân “La
familia de I’mrân”: 140) Y de ella también eligió a la
gente del Qor´ân y a sus elites (aquellos que estudian
el Qor´ân).
Al∙lâh (SWT) escogió a Ÿibrîl "Gabriel"
entre los ángeles, Ramadán del resto de los meses, los
10 días del Dhul-Hiÿÿa (mes
árabe) del resto de los días, y finalmente eligió
Laylatul-Qadr (la noche del Gran Prestigio) del resto de
las noches. La escogió de los diez últimos días de
Ramadán sin revelar cuál de ellos era y también eligió a
los que la presenciarían cada año. Fijaos cómo escogió a
los que ven este episodio entre 6 mil millones de
personas y a los que apreciarán la fe y adorarán a
Al∙lâh esta noche. Escogió a aquellos que siguen en vida
y les hace vivir los diez últimos días de Ramadán, ya
que mucha gente murió justo antes, para decirles que
esta noche es importante y demostrarles
que han sido elegidos para perfeccionarse. ¿Habéis
sentido la importancia de esta noche tan particular?
Tenemos que ser conscientes de que se nos honra por esta
noche. Puede que Laylatul-Qadr sea esta misma noche.
¿Sabéis porqué recibió este nombre? Es tan majestuosa y
honorable que Al∙lâh nos hace la pregunta que se puede
traducir como: “¿y qué piensas que es
Laylatul-Qadr [La noche del gran prestigio]?”
(TSC, Al-Qadr: 2).
No os podéis imaginar ni su valor, ni su
majestuosidad ni la misericordia y perdón que trae tal
noche. No solo es valiosa por sí misma sino que también
lo es porque en ella los ángeles bajan con los destinos
y perdones u absoluciones de cada persona que Al∙lâh le
asignó para el siguiente año. Es lo que Al∙lâh dice en
el versículo que se puede traducir como: “en ella
descienden los ángeles y el espíritu [El
arcángel Ÿibrîl “Gabriel”] con cada asunto, con el
permiso de su Señor” (TSC, Al-Qadr: 4). Es un
día de gran celebración en todo el universo y los
ángeles junto con Ÿibrîl bajan a la tierra por
millares.
Es la noche en la que Mohammad (SAAWS)
recibió el mensaje y en la que empezó la revelación del
Qor´ân. Es una noche muy relacionada con la Sira
(biografía del Profeta (SAAWS)). Al∙lâh dice también
sobre esta noche lo que se traduciría como: “Es
paz hasta el alba” (TSC, Al-Qadr :5). Al∙lâh
cubre con paz a sus siervos, atiende nuestras plegarias,
nos salva del infierno, nos guía hacia la sabiduría y la
sensatez y nos expresa Su aprobación y consentimiento.
Los ángeles y toda la tierra están en paz con nosotros.
Cualquier acción piadosa es recompensada
con la retribución de tal acción durante mil meses.
¡Imaginad lo se os puede contar como buena acción si
cada una equivale al cumplimiento de esa acción durante
84 años! Es una noche que le permite a cada uno salvarse
del infierno y durante la cual las invocaciones son
atendidas.
Con el comienzo de los diez últimos días
de Ramadán, el Profeta (SAAWS) se apretaba el cinturón
en lo que se refiere a la adoración de Al∙lâh o sea que
se dedicaba al culto de manera intensa, rezaba toda la
noche y mantenía a su familia despierta para que
rezaran. También acostumbraba doblar y recoger su cama
(i.e. no hay tiempo para dormir en estos días). Durante
estos días, las mujeres con la menstruación o la
indisposición posparto (puerperio) deben recordar mucho,
alabar, rogar e invocar a Al∙lâh para obtener su
recompensa y recompensar los rezos que se les prohíbe
hacer durante tales periodos.
-
Las consecuencias de la
batalla de Uhud:
El cuarto año después de la emigración a
Madina fue el año de la edificación de la Umma (nación
musulmana). Durante los dos primeros años, el mensajero
(SAAWS) reestructuró la sociedad y relacionó sus
diferentes componentes. Consiguió hacer en dos años lo
que otras naciones realizan en cincuenta. Al final del
segundo año, empezó la batalla de Badr que dio muchos
ánimos a la comunidad que sufrió justo después con los
acontecimientos de Uhud.
Ya hablamos del cuarto año y hoy solo
hablaremos de las consecuencias de esta última batalla.
¿Fue una derrota? En la mayoría de los libros de la Sira
(biografía) del Profeta (SAAWS) no se considera como
tal. No se sabe si es debido a que los dos ejércitos se
separaron sin que uno triunfara sobre el otro o más bien
por considerar la derrota de los musulmanes como una
vergüenza. No estamos cualificados para juzgar este
hecho desde el punto de vista militar. Pero en lo que
concierne al honor de los musulmanes, el tema no debe
plantearse así porque la experiencia de Uhud es
una lección que servirá hasta el Día de la Resurrección.
Nos enseña que la desobediencia de Al∙lâh o de Su
mensajero lleva de manera inevitable al fracaso, se
trata de una regla del universo. No tenemos que pensar
que nosotros los musulmanes, nietos de los compañeros,
no podemos ser vencidos, incluso si el Profeta (SAAWS)
está entre nosotros y que puede ser matado por culpa de
nuestros errores. Es una regla eterna, si no respetamos
las órdenes de Al∙lâh y de Su mensajero, fracasaremos, y
nuestras invocaciones no arreglarán las cosas.
En este sentido, tenemos este ejemplo de
los arqueros de Uhud que bajaron del monte y
podemos también considerar nuestra historia durante los
dos últimos siglos. Cada Ramadán invocamos muchísimo
pero nuestra situación sigue igual porque no realizamos
nada que haga triunfar el mensaje divino.
Aunque no consideremos Uhud como
un fracaso, debemos imaginar las lágrimas del Profeta
cuando murió su tío Hamza y su sufrimiento; el
arrepentimiento de los arqueros que sobrevivieron a la
batalla; la acogida desagradable de los hipócritas al
ejército de los musulmanes; los judíos de Madina que
pensaban hacer caso omiso de la constitución; las otras
tribus que veían la fuerza de los creyentes debilitarse.
El cuarto año después de la emigración llevaba las
huellas del fracaso de Uhud y los musulmanes
tenían que soportarlas como consecuencia de la
desobediencia de algunos de ellos. Una dura lección.
Las tribus que se encontraban entre
Madina y Makka (la Meca) y que habían sido neutralizadas
pensaban volver a tratar con Qoraysh y que el triunfo de
los musulmanes en la batalla de Badr sólo era una
cuestión de suerte. Nos tendríamos que preguntar si la
desobediencia de cuarenta personas causó tales
desgracias, ¿que es lo que causarían las millones de
desobediencias de hoy en día?.
Al volver de Uhud, los Compañeros
estaban desanimados y Qoraysh se preguntaba porqué no
había seguido luchando hasta acabar con los musulmanes.
Querían reorganizar una ofensiva contra ellos. En cuanto
a los judíos de Madina, decían que los musulmanes eran
incapaces de dar su opinión ante su jefe y que debían
recibir órdenes precisas e indiscutibles. Estaban
celosos del nuevo sistema de consulta que el Profeta
(SAAWS) fue el primero en el mundo en establecer. Esto
tuvo lugar catorce siglos antes de las constituciones de
las que se enorgullecen hoy los europeos. Los compañeros
dudaron de sí mismos y pensaron que, efectivamente, no
tenían que dar su opinión. Se preguntaban dónde estaban
los ángeles y porqué habían venido a la batalla de Badr
mientras los musulmanes triunfaban y no a Uhud
donde fueron vencidos, cómo pudieron ser vencidos
mientras estaba con ellos el Profeta (SAAWS). Los judíos
también decían no haber oído nunca de un fracaso que
sobreviniera a un mensajero de Dios. El Profeta (SAAWS)
estaba triste pero se revelaron unos versículos y el
primero decía lo que se traduciría como: “ ... y
consúltalos en los asuntos.. .” (TSC, Âle-‘Imrân
“La familia de ‘Imrân) : 159). Es un principio del Islam
y del Qor´ân, nadie debe imponer su punto de vista.
Luego, para contestar a las dudas de los
compañeros, fue revelado este versículo que se puede
traducir como: [¿Por
qué cuando os sobrevino un revés, a pesar de que
vosotros habíais causado el doble, dijisteis: ¿A qué se
debe esto? Di: Se debe a vosotros mismos; ciertamente
Al·lâh tiene poder sobre todas las cosas.!
]
(TSC, 'Âle-I’mrân “La familia de ‘Imrân”: 165). ¿Habéis
desobedecido?. Pues tendréis vuestro castigo aunque el
Profeta (SAAWS) esté entre vosotros. Una doctrina
perfectamente equilibrada. Para contestar a aquellos que
se preguntaban dónde estaban los ángeles, se reveló el
versículo cuya traducción sería la siguiente “y
Al∙lâh solo lo hizo (para anunciaros) una
buena noticia, y para que vuestros corazones se
tranquilicen con ello. La victoria sólo puede venir de
Al∙lâh, el Poderoso, el Sabio; " (TSC,
Âle-‘Imrân “La familia de ‘Imrân”: 126).
El mensajero de Al∙lâh (SAAWS) estuvo
entristecido por los actos de sus compañeros pero Al∙lâh
le dijo lo que se puede traducir por lo siguiente: [es
por cierta misericordia de Al∙lâh que tu corazón se
endulzó con ellos. Y si fueras duro de corazón, se
hubieran alejado de ti, perdónales pues y pídele perdón[
a Al∙lâh] por ellos y consúltalos en todos los
asuntos y en cuanto te decidas, confía en Al∙lâh y
cuenta con Él, que Al∙lâh ama a los que confían en Él.]
(TSC, Âle-‘Imrân “La familia de ‘Imrân”: 159)
El Qor´ân les dice a los compañeros
desanimados lo que se puede traducir como: [No os
dejéis derrotar y no os entristezcáis siendo vosotros
los superiores si sois creyentes. Si se os hiere,
también se hirió al enemigo, y los días así los
alternamos (buenos y malos) entre la gente
para que Al·lâh conozca a los creyentes para que elija
entre vosotros a los mártires y Al∙lâh no ama a los
injustos” (TSC, Âle-‘Imrân “La familia de
‘Imrân”: 139, 140) y también lo que se traduciría como :
[No os debilitéis en la persecución del pueblo
enemigo, si sufrís pues ellos sufren también como sufrís
y esperáis de Al∙lâh lo que ellos no esperan y Al∙lâh es
Omnisciente y Sabio] (TSC, An-Nisâ’ (Las
Mujeres): 104).
Adivinamos lo que debía de sentir
durante esa noche el Profeta (SAAWS). Quería levantar
los ánimos de sus compañeros, ayudarles a recobrar su
dignidad y disuadir a Qoraysh de pensar volver a
atacarles. De vuelta de Uhud, rezó Al-‘Asr
(rezo de la tarde) y descansó junto a sus compañeros.
Sabía que Qoraysh estaba a ocho millas de donde estaba y
quiso quitarles el sentimiento de haber vencido a los
musulmanes. Después del rezo del Faÿr
“alba”, ordenó a todos los que le acompañaron en Uhud
que se reunieran con él para ir al encuentro de Qoraysh.
Les quería dar ánimos ya que sabía que Qoraysh no
contestaría a sus provocaciones. Todos los alrededores
debían oír hablar del incidente porque si volvían sin
hacer nada, el desánimo sería general y los enemigos se
apresurarían hacia Madina para atacarla.
Abu Sufiân por su lado pensaba hacer lo
mismo. Pero el Profeta (SAAWS) nunca actúa por reacción
sino que siempre daba el primer paso y tomaba la
iniciativa y en ese sentido no había mejor que él.
Siempre imponía su plan. Todos los que volvieron de la
batalla de Uhud le acompañaron, hasta los heridos
fueron transportados. A pesar de su cansancio y tristeza
por la pérdida de seres queridos, nadie se inmutó. El
Profeta les era muy querido y todo esto era debido a que
Qoraysh se interponía en el camino del Profeta para
difundir el mensaje. Él no quería hacer la guerra pero
Qoraysh lo obligaba a ello.
Me pregunto si los que ven este episodio
están dispuestos a hacer tales sacrificios por el
mensaje. Mientras los bienes materiales nos sean más
queridos que el mensaje, que la tierra nos sea menos
querida que nuestros hijos, no llegaremos lejos. No me
preguntéis lo que podéis o debéis hacer. Sed positivos y
reaccionad, nos encontraremos seguramente a mitad de
camino.
Hamra’-Al-Asad, donde se encontraban los
de Qoraysh, estaba a ocho millas. El Profeta (SAAWS) fue
hacia ellos para animar a sus compañeros y decir a todo
el mundo que los musulmanes seguían siendo fuertes y que
nadie debía aventurarse a atacarles.
Abu Sufiân que temía el encuentro, envió
a un hombre para que asustara a los musulmanes. Les
gritó: « ¡oh! Mohammad, ¿a que viniste? Qoraysh llevan
sus pieles de tigre ». El Profeta (SAAWS)
contestó: « repítelo delante de la gente » y cuando el
hombre lo hubo hecho el Profeta (SAAWS) les pidió a los
compañeros que dijeran: [A aquellos a quienes se
dijo: “la gente se ha reunido contra vosotros, ¡temedles
pues!”, eso les dio más fe y dijeron: “Al∙lâh nos basta
,es nuestro mejor garante”] (TSC, Âle-‘Imrân “La
familia de ‘Imrân”: 173).
Además El profeta pidió a un hombre
llamado Ma’bad Ibnu Abî-Ma’bad, un musulmán que escondía
su Islam, dirigirse a Qoraysh para asustarles. Y de
hecho, Ma’bad fue a Abu Sufiân y le dijo que los
musulmanes ansiaban batallarles y que volverían en un
doble ejército que el de Uhud. Abû Sufiân se
asustó y huyó a Qoraysh, lo que levantó, de alguna
manera, el ánimo de los compañeros después de Uhud.
A su vuelta de Hamra’-Al-Asad, el
Profeta había conseguido asegurarse de que Qoraysh no
les atacaría en un futuro próximo. Pero esta situación
no duró mucho porque Abû Sufiân ordenó a un hombre
llamado Khaled Ibnu Sufiân que preparara un ejército
para ir a conquistar Madina. Este último le profesaba al
Profeta un odio sin igual y era robusto por lo que era
un combatiente duro. Deseaba realizar tal hazaña a toda
costa.
Cuando el Profeta supo que Qoraysh se
preparaba para un nuevo ataque, no quería afrontarlos y
exponer así a sus compañeros a otra batalla cuando aún
no se habían repuesto de Uhud. Le pidió a
Abdul·lâh Ibnu Ounays nada más y nada menos que ir a
Makka, infiltrarse en el ejército de Khaled, matarle y
volver. Abdul·lâh le pidió y obtuvo del Profeta el
permiso de hablar mal de él. Como no conocía de cara a
Khaled Ibnu Sufiân le preguntó al Profeta por su
descripción. Su respuesta fue que su cara le haría
pensar en el diablo y a su vista se le pondrían los
pelos de punta.
A su llegada a Makka, Abdul·lâh se dio
cuenta que el ejército emprendía su partida hacia
Madina. Esta noticia lo aterrorizó, por lo cual decidió
actuar rápidamente para evitar a sus compañeros esta
nueva batalla. Se metió en las filas del ejército y se
puso a hablar mal del Profeta en voz alta para obtener
la confianza de los soldados al lado de los cuales
pasaba y atraer la atención de Khaled Ibnu Sufiân. Una
manera muy astuta de acercarse a este último. Cuando
Khaled vio a Abdul·lâh lo llamó y le pidió que se
presentara. Abdullah eludió la verdadera respuesta con
la cual hubiera sido descubierto, y contestó: Soy
alguien que odia a Mohammad más que tú. La respuesta
impresionó a Khaled, quien lo convirtió en su
guardaespaldas.
Mientras Khaled Ibnu Sufiân dormía,
Abdul·lâh aprovechó el momento y lo mató en su tienda.
Cuando sus esclavos se dieron cuenta de la muerte de su
dueño, gritaron y avisaron al resto de la tribu.
Abdul·lâh se escapó y se escondió en las montañas
durante tres días sin comer más que las hojas de los
árboles hasta que pasó la agitación. Luego volvió a
Madina, ya que su misión estaba cumplida. De hecho, el
ejército se deshizo en cuanto murió aquel que lo
compuso.
El Profeta (SAAWS) estaba en Madina y
ansiaba tener noticias de Abdul·lâh. Cuando este último
llegó, lo tranquilizó anunciándole que la misión ha sido
realizada con éxito. El Profeta (SAAWS) se alegró por
ello y recompensó a Abdul·lâh con su bastón. Abdul·lâh
pareció decepcionado porque se esperaba mejor
recompensa. Entonces, le dijo el Profeta: « Oh!
Abdul·lâh, conserva este bastón. El día de la
resurrección, ven a verme con él y te haré entrar al
Paraíso».
Abdul·lâh contaba que nunca se había
separado del bastón. Hasta dormía abrazado a él y antes
de morir recomendó a sus familiares que lo enterraran
con él. Dijo: «El día del Juicio Final cogeré el bastón
y me iré hacia el Profeta y le diré: aquí tienes el
bastón, oh mensajero, ¡hazme entrar al paraíso!».
Las desgracias no se pararon aquí ese
año, el cuarto año después de la emigración. Una tribu
de las que vivían en las cercanías de Madina envió a un
mensajero y solicitó al Profeta (SAAWS) que les enseñara
el Islam. Pretendieron querer convertirse pero decían
necesitar instruirse más acerca de esta religión. El
Profeta (SAAWS) les envió entonces a seis compañeros con
Martab Ibnu Martab de cabecilla. Este último tenía mucho
coraje.
Solía ir a Makka y entraba de noche para
ayudar a los pobres y a los débiles a emigrar hacia
Madina. Durante sus incesantes idas y vueltas, una
prostituta de Makka llamada ‘Inaq lo invitó a que la
siguiese a su casa. Martab se negó diciendo: ¡temo a
Al∙lâh y a su Profeta! A su vuelta a Madina, fue a ver
al Profeta y le pidió permiso para casarse con ‘Inaq.
Con este incidente se reveló el versículo en el cual
Al∙lâh dice lo que se puede traducir así: « El
fornicador solo se casará con una fornicadora o una
asociadora. Y la fornicadora solo se sacará con un
fornicador o con un asociador, y eso les está prohibido
a los creyentes » ( TSC, An-Nûr “La Luz” : 3).
El Profeta le aconsejó que esperara a
que se convirtiera y que fuera paciente hasta ver si
cambiaba y observara la mejora en su comportamiento.
¿Sabríamos nosotros pedirles consejo a nuestros padres y
familiares y respetar sus recomendaciones y consejos?
Tomemos ejemplo de Martab que aceptó el consejo del
Profeta (SAAWS).
El grupo de los Compañeros partió pues
con los representantes de la tribu. Pero una vez en su
tierra se volvieron contra ellos y los quisieron atar.
Su búsqueda de más conocimientos sobre el Islam solo era
un subterfugio para traicionarles y venderles a Qoraysh.
Los compañeros se defendieron y tres de ellos murieron
mártires. Los otros tres se rindieron cuando se les
prometió no ser matados. Esta promesa también resultó
ser una mentira; se les capturó y ató. Uno de ellos se
les resistió y lo mataron.
De los que murieron estaba el compañero
‘Assem Ibnu Zâbit. Una mujer de Qoraysh quería su cabeza
a cualquier precio, porque había matado a tres de sus
hijos durante la batalla de Uhud. Había jurado
que si conseguía matarlo, le cortaría la cabeza y
bebería vino en ella.
Quisieron hacerlo pero Al∙lâh, por
milagro suyo, envió a un enjambre de abejorros que le
cubrieron la cabeza impidiendo así que los paganos la
tocaran. ¿No dijo Al∙lâh en el Qor´ân lo que se puede
traducir como: «Nadie conoce los soldados de tu
Señor más que él mismo y solo es un recordatorio para
los humanos. »? (TSC, Al-Muddazzir “el
Arropado”: 31). Los infieles decidieron esperar la caída
de la noche para que se fueran los abejorros. Pero antes
del momento esperado, Al∙lâh hizo caer una lluvia
torrencial que se llevó el cadáver de Assem Ibnu Zâbit y
nadie sabe lo que advino con él.
Al∙lâh dejó a los nobles compañeros del
Profeta morir pero no aceptó que sus cuerpos fueran
mutilados. El podía, El Todo Poderoso, evitarles la
muerte también pero entonces ¿cómo habríamos sabido cuál
fue el sacrificio de los primeros musulmanes o lo grande
que fue? Mucha sangre corrió para que el Islam saliera
adelante y para que nazcamos nosotros como musulmanes.
Los dos compañeros que seguían vivos,
Zaid Ibn Dezina y Khubayb Ibnu ‘Adey fueron vendidos a
Qoraysh. Safuan Ibnu Umayya de Qoraysh cogió a Zaid Ibnu
Dezina y lo mató para vengar la muerte de su padre, que
fue matado por Bilal. En cuanto a Khubayb Ibnu ‘Adey, su
muerte fue aplazada porque los meses sagrados habían
empezado. Se le encadenó y encarceló en una casa de
Makka y se designó a una sirvienta llamada Maria para
darle de comer. Maria contaba que siempre encontraba un
racimo de uvas al lado de Khubaib, mientras no había
uvas en Makka y que nadie, aparte de ella, podía
dárselo.
Maria contaba también que un día Khubayb
le pidió que le trajera una cuchilla para cortarse las
uñas, arreglarse el bigote y depilarse las axilas para
encontrar a Al∙lâh estando limpio. Le dio una cuchilla
y lo dejó solo. El hijo de esta sirvienta, que era muy
pequeño y que se había acostumbrado a Khubaib, le había
cogido cariño, vino y se sentó en su regazo. Cuando
Maria entró y vio a su hijo en el regazo de Khubayb
mientras este tenía una cuchilla en la mano, tuvo miedo
y se quedó inmóvil en su sitio. Khubayb la vio con miedo
y le dijo: ¿tienes miedo de que mate a tu hijo? Maria no
contestó de lo aterrada que estaba. Khubaib le dijo
entonces: ¿Cómo haría algo parecido siendo el compañero
de Mohammad?! Y le pidió al niño que fuera a reunirse
con su madre.
Maria se convirtió al Islam después pero
no lo podía liberar. Cuando los meses sagrados pasaron,
los de Qoraysh llevaron a Khubayb fuera de Makka y lo
suspendieron a una palmera. Abu Sufiân ordenó a sus
hombres que le tiraran flechas a los pies y a las manos
para torturarle antes de matarlo. Después se le acercó y
le dijo: dime Khubayb, ¿no desearías que Mohammad
estuviera en tu lugar y que tú estuvieras tranquilamente
entre los tuyos como está él en este momento? Khubaib
contestó: ¡Por Al∙lâh no quisiera que una espina picara
al Profeta mientras está sentado con los suyos! ¿Cómo
querría que esté en mi lugar en este momento aguantando
el suplicio que estoy viviendo? Abu Soufiân dio palmas
con las manos y dijo: ¡Por Al∙lâh, nunca vi a alguien
amar a otra persona como los compañeros de Mohammad aman
a Mohammad!
Abu Soufiân se enterneció un poco y le
preguntó si deseaba algo antes de morir. Khubayb pidió
que le dejaran rezar. Lo dejaron e hizo su rezo de dos
Raka’as. Hizo su rezo y se volvió hacia ellos diciendo:
Por Al∙lâh si no hubiera temido que pensarais que tengo
miedo de morir, hubiera rezado con toda quietud, pero no
tengo miedo de morir sino prisas por reunirme con
Al∙lâh, El Enaltecido sea. Lo volvieron a su sitio y le
volvieron a lanzar flechas. Entonces Khubayb se puso a
rezar y dijo : ¡Oh Al∙lâh, cuéntalos como si fueran uno
y mátalos uno a uno y no les des escapatoria alguna!…
Por la fuerza y la convicción con las que dijo estas
palabras, los de Qoraysh tuvieron miedo y se echaron al
suelo pensado que así esquivarían la maldición que
lanzaba sobre ellos.
Antes de morir, Khubayb se puso a rezar
de nuevo y dijo : ¡Oh Al·lâh!, sé testigo de que he
llevado el mensaje de tu Profeta; ¡Oh Al∙lâh!, haz que
mis saludos le lleguen al Profeta antes de que me muera.
El arcángel Ÿibrîl (Gabriel) bajó y le dijo al Profeta
que Khubayb le mandaba saludos y que iba a morir al
instante.
Cuando el Profeta se enteró de la muerte
de sus compañeros, se enfadó pero no se fue a vengarles.
Los vengó tres años después, porque en aquel momento no
era juicioso para los musulmanes tener varios
enfrentamientos y hostilidades diferentes al mismo
tiempo o dispersar sus fuerzas.
La misma suerte les fue reservada a 70
compañeros que el Profeta envió para instruir sobre el
Islam, por petición de la tribu de Bani Naÿd. Cuando los
compañeros llegaron junto a las casas de los Bani Naÿd,
su jefe, Al Moundhir Ibn ‘Amr, envió a Hayrân Ibnu
Melhân para anunciar su llegada y dar el motivo de su
venida. Cuando este compañero estuvo frente al jefe de
los Bani Naÿd y empezó a hablarle de su visita, este
último hizo una seña a un soldado y se le arrojó una
lanza a la espalda. Justo antes de caer, Hayrân gritó
alto y fuerte: ¡Por el Señor de la Ka’ba que lo he
conseguido (obtenido)!
El hombre que tiró la lanza se llamaba
Yebbâr. La escena de la muerte de Hayrân lo marcó mucho
y quiso conocer el sentido de sus últimas palabras
pronunciadas por Hayrân.
Preguntó por ello sin encontrar
respuesta hasta que llegó al Profeta (SAAWS). Este
último le respondió que Hayrân había ganado y obtenido
el Paraíso. Entonces, Yebbar preguntó qué era el paraíso
y el Profeta se lo describió. Yebbar le dijo al Profeta:
“Por Al∙lâh, aquel que muere de esta manera y piensa en
lo que me dices es sincero y estoy convencido que tú
eres un hombre sincero. ¡Yo declaro y atestiguo que eres
el mensajero de Al∙lâh!”
Los otros compañeros fueron degollados
en el mismo campamento. Uno solo fue salvado porque
estaba ausente en el momento de la traición de los Bani
Nalld. A su vuelta, vio de lejos a buitres que volaban
dando vueltas en el cielo en cierto sitio, y comprendió
que una desgracia les había ocurrido a sus compañeros.
Cuando el Profeta (SAAWS) se enteró de
la muerte de los 70 compañeros se afligió por ello e
hizo plegarias contra los Bani Naÿd durante un mes hasta
que fue revelado el versículo que se puede traducir
como: [No es asunto tuyo si
Él se vuelve sobre ellos con Su perdón o si los castiga,
pues ciertamente ellos son injustos]
(TSC, Âle-‘Imrân (La familia de ‘Imrân): 128).
Aparte de estas desgracias, hubo otras
en Madina también. Los judíos de Bani Nadir empezaban a
mostrar algunas señales de traición. Después de haber
aceptado la constitución y el pacto firmado con el
Profeta en Madina, entraron en contacto con Qoraysh en
secreto. El Profeta interceptó algunas misivas que
enviaron a Makka y en las que le proponían su ayuda a
Qoraysh para eliminar al Profeta (SAAWS). Este último
les pidió que salieran de Madina por haber faltado a sus
compromisos y responsabilidades como ciudadanos de
Madina. Les dio un mes para salir. Les dejó llevarse su
dinero y sus riquezas y sabía que ellos tenían adonde
ir. Los judíos de Khaibar no estaban lejos y tenían
recursos para recibirlos. Los judíos empezaron a recoger
sus cosas y compraron camellos para afrontar el viaje.
Pero Abdul·lâh Ibnu Saláma, el cabecilla de los
hipócritas de Madina, les envió un mensaje diciéndoles
que no salieran de la ciudad y prometiendo ayudarles,
con lo que podía tener bajo sus órdenes a setecientos
hombres. Ante su rechazo de salir de la ciudad, el
Profeta (SAAWS) asedió sus fortalezas durante quince
días, al final de los cuales se rindieron y el Profeta
les obligó esta vez a salir de Madina dejando en ellas
sus armas.
Durante este asedio, fueron revelados
los versículos que prohibieron el consumo de alcohol.
Los versículos fueron revelados de noche. Se cuenta, que
por la mañana las calles de Madina estaban inundadas con
el vino que se había vertido en ellas. Al∙lâh quiso
probar a los musulmanes. Probar su obediencia a Sus
órdenes y a las de Su Profeta y su resignación a
abandonar los pecados. Cuando demostraron su obediencia
y resignación, fue revelado el versículo cuya traducción
sería la siguiente: « … y echó en sus corazones
(de los infieles) el terror … »
(TSC, Al-Ahzâb (Los Coaligados): 26). Al∙lâh ha
recompensado a Sus siervos aterrando a sus enemigos. Los
musulmanes vencieron pues a Bani Nadir y los echaron de
Madina.
Todo esto pasó en el cuarto año después
de la emigración. El último acontecimiento que tuvo
lugar fue la expedición de Dat Arik‘â. Una tribu cercana
a Madina, que se preparaba para atacar a los musulmanes
y que el Profeta decidió adelantarse a su amenaza
atacándoles en su propio territorio. La tribu no era
fuerte, pero el Profeta quiso, con esta acción, poner
fin a las codicias de los infieles que creyeron en la
debilidad de los musulmanes después de la batalla de Uhud.
Los musulmanes recorrieron 300 Km. de
distancia cuando en realidad no estaban bien equipados.
¡Cada seis compañeros se turnaban sobre una sola y misma
montura! El compañero Mûsa Al-Ash‘arí contaba que la
larga marcha los había extenuado y se les cayeron las
uñas de los pies, que sus zapatos se hicieron trizas,
sus pies se arañaron y despellejaron y que estaban
obligados a cortar trozos de ropa para vendar sus pies.
Una vez en el campo de batalla el enemigo tuvo miedo,
con lo que las tribus que se habían reunido se separaron
dándose a la huida. Los musulmanes dieron media vuelta y
volvieron a Madina.
En el camino, el Profeta tuvo miedo de
que fueran perseguidos y atacados por detrás. Entonces
instituyó lo que se llamó el rezo del miedo.
Dividió su ejército en dos grupos. Rezó con el primer
grupo mientras el segundo estaba de guardia y mantenían
las armas apuntadas hacia occidente. En mitad del rezo,
el primer grupo cogió las armas y se levantó y el que
estaba de guardia continuó el rezo con el Profeta
(SAAWS). Nuevos versículos del Qor´ân fueron revelados
confirmando el gesto del Profeta. Dicen lo que se puede
traducir así : [Y cuando
estés
(Mohammad)
con ellos y les dirijas el salât, que una parte
permanezca en pie contigo llevando sus armas, y mientras
se hacen las postraciones, que permanezcan
(los
demás) detrás
de vosotros; luego que venga la parte que no haya rezado
y lo hagan contigo tomando precauciones y estando
armados. Los que se niegan a creer querrían que os
descuidarais de vuestras armas y pertrechos para así
poder caer sobre vosotros en una sola carga. No cometéis
falta si cuando os moleste la lluvia o estéis enfermos,
dejáis las armas, pero tomad precauciones. Es cierto que
Al·lâh ha preparado para los incrédulos un castigo
denigrante.] (TSC,
An-Nisâ’ (Las Mujeres): 102).
Otro incidente tuvo lugar durante este
viaje. Los musulmanes se pararon para descansar y cada
uno se puso bajo la sombra de un árbol y durmió. El
Profeta hizo lo mismo, suspendió su espada a un árbol y
durmió bajo su sombra. Un hombre que pasaba al lado, vio
al Profeta y lo reconoció. Era infiel y para él era una
ocasión para matarle. Cogió la espada y posó su punta en
el cuello del Profeta (SAAWS) despertándolo. El hombre
le dijo al Profeta en tono amenazador: ¿Quién te puede
salvar de mí ahora? El Profeta (SAAWS) respondió sin
miedo, y con fuerza y convicción: ¡Al∙lâh podrá!
Al oír esas palabras, dichas de esa manera, el hombre
dejó caer la espada y el Profeta la cogió y dijo a su
vez al hombre: ¿y a ti, quién te salvará? El
hombre se puso de rodillas e imploró al Profeta para que
lo dejara vivir. Entonces, el Profeta le dijo: Prométeme
no ayudar a quien me quiera dañar! El hombre aceptó y el
Profeta lo dejó marchar.
Al acercarse a Madina, el Profeta se dio
cuenta de que uno de los compañeros, Ÿâber Ibnu
‘Abdul·lâh andaba lejos, tras el ejército. El Profeta lo
alcanzó y anduvo con él. Hubo entonces entre ellos una
bonita discusión que revela lo refinado y cariñoso que
era el Profeta (SAAWS) y su amor por sus compañeros.
- El Profeta le dijo: ¿Porqué te
retrasaste detrás del ejército, Ÿâber?
- Mi camella es vieja, mensajero de
Al∙lâh.
- El Profeta comprendió que Ÿâber era
pobre y preguntó: ¿Estás casado Ÿâber ?
- Si, contestó
- ¿Es joven tu esposa (quiere
decir no estuvo casada antes)?
- No.
- ¿Porqué te casaste con una mujer
que ya estuvo casada antes?
- Mi padre murió en Uhud y me
dejó siete hermanas que tengo que educar. Quise casarme
con una mujer que pudiera ayudarme en ello.
- ¡Has hecho bien, Ÿâber!
Para reconfortarlo, El Profeta le dijo:
no entraremos a Madina hasta que tu mujer sepa que
vienes de vuelta y que se pueda preparar y prepararte
los cojines para que descanses.
El Profeta sabía en que estado estaría
su mujer siendo un ama de casa cuidando de siete niñas y
quiso que la vuelta de Ÿâber junto a su mujer fuera
agradable.
Pero Ÿâber le dijo: no tenemos cojines,
mensajero de Al∙lâh.
Entonces el Profeta le dijo: ¡los
tendrás! El Profeta decidió ayudarle pero sin
ponerlo en aprieto. Y le dijo: ¡véndeme tu camella,
Ÿâber! Este último se negó e insistió en
ofrecérsela. El Profeta se negó y le compró la camella,
prometiéndole pagarle a su llegada.
Cuando llegaron a Madina, Ÿâber ató a la
camella al lado de la casa del Profeta. Cuando este
último la encontró, preguntó quién la había traído y se
le informó que había sido Ÿâber. Llamó entonces a Bilal
y le dio el dinero repitiéndole lo que le diría a Ÿâber:
coge este dinero y quédate con la camella, que eres un
sobrino para mí.
Este texto ha sido el resumen de los
acontecimientos del cuarto año después de la emigración.
La lección que sacamos es que el mensaje exige
sacrificios y dar de sí mismo. No se puede defender una
causa sin sacrificios y responsabilidades.
La segunda lección es que la consulta es
importante y que tenemos que aconsejarnos y consultarnos
entre nosotros.
Y que la Paz de
Al·lâh, su Misericordia y sus Bendiciones sean con
vosotros.
Fuente:
www.amrkhaled.net